Pasados unos años, a esa tendencía se le añadió la posibilidad de que aprendieran un idioma, casi de forma nativa y surgió la "fiebre" de los colegios bilingües, que sin duda, y a mi modo de entender, trataba de paliar los problemas que, una generación atrás, se había encontrado a la hora de utilizar otro idioma, principalmente en el ámbito profesional.
En nuestros días, y dada la revolución tecnológica que está aconteciendo y de manera especial en los últimos cinco años, le toca al turno a la tecnología. Ya son muchos, los colegios que, desde hace ya unos años, han emprendido este camino, pero aún son muchos que por diversas circunstancias, han ido dando pasos aunque de una manera algo anárquica y pausada.
Pero ha llegado el momento de dar un paso firme. Todos quieren implantar las pizarras digitales, los tablets, los netbooks...Pero a diferencia de lo anterior, son tantas las posibilidades que se ofrecen que lo primero que nos preguntamos es, ¿por dónde empezar?
Lo fácil, y para quien se lo pueda permitir en esta época de crisis, es llenar el aula de todos esos "aparatos", para algunos "adorables" (quienes argumentan, porqué no utilizar lo mismo que utilizan los chicos fuera del colegio...) y para otros "endiablados" (lo único que hacen es distraer a los alumnos). Pero creo que sería bueno, antes de hacer nada, plantearse la siguiente pregunta: ¿Si mañana mismo tuviera todos esos dispositivos en el aula, qué es lo empezaría a hacer con ellos?.
Posiblemente si nos hiciéramos esa pregunta, en muchos casos, nos encontraríamos con que algunos no sabríamos qué contestar. Las contínuas noticias en los medios de comunicación, redes sociales e internet nos empujan a utilizarlas todas ellas pero realmente nos cuesta saber para qué las vamos a utilizar.
Por lo tanto, lo primero que tenemos que asimilar es que, la tecnología debemos entenderla como un medio y no como un fin. Está claro que empieza a convertirse en un reclamo por parte de los padres, y en general de la propia sociedad pero no debemos perder de vista que la tecnología sólo aportará valor en la medida de que nuestros alumnos aprendan más y mejor; en definitiva que mejoren los procesos de enseñanza-aprendizaje.
Llegado a este punto, y antes de tomar cualquier decisión respecto a la inversión en tecnología, desde Princippia recomendamos que se haga una reflexión: ¿Dónde estamos y a dónde queremos llegar?. Y para dar respuesta consideramos necesario:
1) Hacer una "fotografía" actual de la infraestructura tecnológica y de las personas que mantienen dicha infraestructura. Esto nos permitirá conocer nuestro punto de partida.
2) Trazar una estrategia a corto y medio plazo en donde quede perfectamente definido:
- En dónde nos queremos encontrar dentro de "x" años.
- Aspectos pedagógicos, valores y competencias que se quieren potenciar (como parte de un ideario o de una estrategia global del centro).
- Recursos tecnológicos y humanos necesarios para poner en marcha dicha estrategia.
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